La sensación de falta de aire, conocida médicamente como disnea, puede afectar a personas de todas las edades y es un signo que no debe subestimarse. Aunque a veces se atribuye al envejecimiento, especialistas de Mayo Clinic subrayan que no es una consecuencia natural de la edad, sino un posible indicio de trastornos que requieren atención médica.
La disnea refleja alteraciones en el funcionamiento del corazón, los pulmones o ambos, órganos responsables de llevar oxígeno al cuerpo y eliminar dióxido de carbono. Cuando alguno de estos sistemas falla, el organismo percibe una mayor necesidad de aire, generando la sensación de ahogo o esfuerzo al respirar.
En personas sanas, la falta de aire puede aparecer de forma temporal durante el ejercicio intenso, en lugares con temperaturas extremas, a gran altitud o por congestión nasal. Sin embargo, si la dificultad para respirar persiste por semanas o se presenta de forma recurrente, puede ser un signo de enfermedad.
Entre las causas más comunes, Mayo Clinic destaca las enfermedades cardíacas como la angina de pecho, la insuficiencia cardíaca y la fibrilación auricular. En el ámbito pulmonar, la disnea suele estar relacionada con padecimientos como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), el asma, la bronquitis, la neumonía o la embolia pulmonar, en la que un coágulo bloquea el flujo sanguíneo y el intercambio de oxígeno en los pulmones.
También pueden intervenir otros factores como la anemia —por la disminución de glóbulos rojos que transportan oxígeno—, la obesidad, la falta de condición física y los trastornos de salud mental, incluyendo la ansiedad, la depresión o los ataques de pánico. En muchos casos, varios de estos elementos se combinan, generando un círculo vicioso: la disnea limita la actividad física, lo que debilita el cuerpo y agrava la sensación de falta de aire en actividades cotidianas.
El impacto en la vida diaria puede ser considerable. La dificultad para respirar puede dificultar tareas tan simples como vestirse, limpiar o caminar cortas distancias, además de interrumpir el descanso nocturno. Estas limitaciones afectan la independencia y reducen la calidad de vida de quienes la padecen.
Mayo Clinic recomienda prestar atención a las circunstancias en que aparece la disnea. Si se manifiesta en reposo o empeora con actividades ligeras, es fundamental consultar al médico. Y si la falta de aire surge de forma repentina o viene acompañada de dolor en el pecho, mareo o náuseas, se debe buscar atención médica de emergencia, ya que podría tratarse de una afección cardíaca o pulmonar grave.
Para determinar su causa, los especialistas recurren a estudios de imagen como radiografías y tomografías, análisis de sangre que permiten detectar anemias o infecciones, y pruebas de función pulmonar como la espirometría, que mide la cantidad de aire que una persona puede inhalar y exhalar. En algunos casos, se realiza una prueba cardiopulmonar durante el ejercicio para evaluar la respuesta del cuerpo al esfuerzo físico.
Mayo Clinic enfatiza que la disnea puede transformar por completo la rutina diaria, desde las actividades básicas hasta el sueño. Detectar su origen y recibir tratamiento oportuno no solo mejora la calidad de vida, sino que puede prevenir complicaciones graves y preservar la salud a largo plazo.
