La eterna pregunta sobre cuál es el mejor momento para desayunar podría tener una respuesta científica. Un estudio realizado durante más de 20 años por el Hospital General Brigham de Massachusetts, publicado en Communications Medicine, analizó los hábitos alimenticios de 2.945 adultos de entre 42 y 94 años en el Reino Unido, y descubrió que desayunar temprano está vinculado a un mayor bienestar emocional y una longevidad más saludable. La investigación, liderada por el Dr. Hassan Dashti, nutricionista y biólogo circadiano, sugiere que los horarios de las comidas pueden ser un indicador crucial del estado general de salud en la vejez.
Los resultados mostraron que, en promedio, los participantes desayunaban 31 minutos después de despertarse. Sin embargo, con cada década de envejecimiento, el desayuno tendía a retrasarse casi ocho minutos. Este retraso progresivo no solo acorta la ventana diaria de alimentación, sino que también se asoció consistentemente con una mayor prevalencia de depresión, fatiga, problemas de salud bucal y una calidad de sueño inferior. Además, aquellos con dificultades para preparar sus alimentos o con predisposición genética a un cronotipo vespertino (noctámbulos) mostraron una tendencia a comer más tarde.
Uno de los hallazgos más significativos fue la diferencia en la tasa de supervivencia a 10 años entre quienes desayunan y cenan temprano (89,5%) y quienes lo hacen más tarde (86,7%). Esto refuerza la idea de que el desayuno es la comida más importante del día, especialmente para los adultos mayores. El Dr. Dashti subrayó que un horario tardío de comidas, en particular el desayuno, está vinculado no solo a problemas de salud, sino también a un mayor riesgo de mortalidad.
El estudio también advierte sobre las modas alimentarias como el ayuno intermitente, señalando que sus efectos pueden ser diferentes en adultos mayores comparedo con jóvenes. Factores físicos y psicológicos, como la multimorbilidad, la ansiedad o la fatiga, contribuyen a estos cambios en los horarios, que a su vez reflejan alteraciones más profundas en la salud. La investigación concluye que ajustar la hora del desayuno podría ser una estrategia simple pero efectiva para promover un envejecimiento saludable, mejorando no solo la longevidad, sino también la calidad de vida emocional y física en la tercera edad.