Crujiente tradición yucateca: la marquesita celebra su día con sabor e historia

Yucatán es tierra de historia, cultura y sabor. Aunque muchos la reconocen por sus imponentes zonas arqueológicas o su arquitectura colonial, hay un tesoro cotidiano que ha conquistado a generaciones enteras con su mezcla irresistible de lo dulce y lo salado: la marquesita. Este 16 de julio se celebra oficialmente el Día de la Marquesita, una fecha dedicada a reconocer este antojito como parte esencial del alma gastronómica yucateca.

La marquesita nació en Mérida en la década de 1940, en el ingenio de un repostero que buscaba mantener su negocio activo durante la temporada baja de helados. Su invento fue tan simple como brillante: una crujiente crepa enrollada, rellena con un contraste de sabores donde el dulce y el salado se encuentran en armonía. El ingrediente que define a la marquesita desde su origen es el queso de bola, también conocido como queso Edam, de sabor fuerte y textura firme, que llegó desde los Países Bajos y encontró en el sureste mexicano una inesperada pero duradera popularidad.

Con el paso de los años, la marquesita ha evolucionado. A la receta tradicional con queso de bola se le han añadido opciones modernas como cajeta, mermelada, chocolate o crema de avellana, que permiten adaptarla a todos los gustos. Sin embargo, el queso sigue siendo el corazón de este antojito, el sello que le da su carácter auténtico y su prestigio regional.

Adulto mayor comiendo marquesita en Mérida

Hoy, Yucatán no solo es el lugar donde nació la marquesita, sino también el mayor consumidor mundial de queso de bola, con más de 1,600 toneladas al año, impulsado en buena medida por esta delgada y crujiente delicia. La marquesita no solo se come: se escucha, se huele, se siente. Basta pasar por una plaza, una feria o una esquina del centro histórico para identificar su inconfundible aroma, el sonido del hierro caliente cerrándose y el chispeante crujir que anuncia que está lista.

La reciente designación de Yucatán como Capital Iberoamericana de la Gastronomía 2025 ha vuelto a poner en primer plano a sus platillos emblemáticos, y la marquesita, por supuesto, ocupa un lugar de honor. No es solo una botana: es un puente entre culturas, una muestra de creatividad y una expresión viva de identidad. Su preparación callejera, su presencia en celebraciones y su capacidad para adaptarse sin perder su esencia la convierten en un símbolo del espíritu yucateco.

Celebrar el Día de la Marquesita es más que un antojo: es reconocer a quienes la preparan con maestría cada noche, a quienes la comparten con amigos y familiares, y al legado de sabor que ha trascendido generaciones. Porque en Yucatán, los sabores no solo alimentan: también cuentan historias.

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