Edulcorantes y desarrollo infantil: alertan sobre vínculo con pubertad temprana

Lo que parecía una opción saludable para reducir el consumo de azúcar en la infancia podría tener un costo inesperado. Un nuevo estudio a gran escala sugiere que el consumo frecuente de edulcorantes artificiales se asocia con un mayor riesgo de pubertad precoz en niñas y niños, una condición que puede generar múltiples complicaciones físicas y emocionales a largo plazo.

El estudio, realizado por el Hospital Municipal Wan Fang y la Universidad Médica de Taipei, en Taiwán, forma parte del Estudio Longitudinal Puberal de Taiwán (TPLS) iniciado en 2018. Analizó los hábitos alimenticios y la información genética de 1,407 menores, de los cuales 481 fueron diagnosticados con pubertad precoz central, una condición en la que los signos de madurez sexual aparecen antes de los ocho años en niñas y de los nueve en niños.

La investigación examinó la dieta de los participantes mediante cuestionarios y análisis de orina, además de evaluar la predisposición genética mediante puntajes de riesgo poligénico. Los hallazgos fueron claros: ciertos edulcorantes, como la sucralosa, el aspartamo, la glicirricina (presente en el regaliz) y los azúcares añadidos, mostraron una asociación significativa con el inicio temprano de la pubertad.

De forma específica, en las niñas se observó una relación directa entre el consumo de sucralosa, glicirricina y azúcares añadidos con la aparición precoz de la pubertad. En los niños, la sucralosa se destacó como el principal edulcorante vinculado al inicio anticipado del desarrollo. Además, se encontró una relación dosis-respuesta: a mayor consumo de estos compuestos, mayor era el riesgo.

Los edulcorantes artificiales se encuentran en una gran variedad de productos cotidianos: refrescos dietéticos, barras de proteínas, yogures saborizados, chicles sin azúcar, cereales e incluso medicamentos infantiles. Esto hace que su consumo, muchas veces inadvertido, esté presente en la dieta diaria de millones de niños en todo el mundo.

El doctor Yang-Ching Chen, principal autor del estudio, explicó que estos compuestos pueden alterar el equilibrio de la microbiota intestinal y la regulación hormonal. Por ejemplo, el acesulfamo de potasio, otro edulcorante común, activa receptores cerebrales vinculados al sabor dulce, lo que incrementa la liberación de hormonas relacionadas con la pubertad. Asimismo, la glicirricina puede modificar las bacterias intestinales y suprimir genes esenciales que controlan el momento del desarrollo puberal.

El fenómeno de la pubertad precoz ha ido en aumento a nivel global, lo que ha encendido alarmas entre pediatras y endocrinólogos. Según la Clínica Mayo, esta condición no solo implica un crecimiento físico acelerado, sino también efectos emocionales negativos, baja estatura final, mayor riesgo de trastornos metabólicos y problemas reproductivos en la vida adulta.

Los investigadores sugieren que es momento de revisar las recomendaciones dietéticas infantiles, considerando no solo el contenido calórico o de azúcar, sino también la presencia de edulcorantes. Además, advierten que para ciertos niños con predisposición genética, el impacto puede ser aún más acentuado.

Las conclusiones de este estudio abren una nueva línea de reflexión sobre los hábitos alimentarios modernos y el rol que tienen en el desarrollo infantil. “Lo que los niños comen y beben, especialmente los productos con edulcorantes, puede tener un impacto sorprendente y poderoso en su desarrollo”, concluyó Chen.

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